Premios Darwin
Todo comenzó con la aparición de un topo en sus dominios. Este abuelete, con muchísimo tiempo libre, decidió que había llegado la hora de erradicar el problema. El buen hombre había insertado por todo el hábitat del topo unas barras de hierro y éstas a su vez conectadas a una línea de alta tensión. Su plan era magnífico, haría el subsuelo inhabitable y el topo o se marcharía asqueado de tantas interferencias electromagnéticas o quedaría achicharrado al contacto con los hierros de marras.
Cuando conectó los hierros a la toma de alta tensión él estaba pisando el mismo suelo que había electrificado. La acuciante realidad se hizo palpable y el abuelo murió.
A los días la policía llego a la casa del abuelete y lo encontró carbonizado. Para determinar la hora y el día del fallecimiento solo tuvieron que mirar el contador de la luz y comprobar desde cuando llevaba corriendo.
Y como apunte personal... ¿Qué dijo el topo a todo esto?
"¡TOPOTA madre!"