El oficinista
Kafka más Blade Runner; o J. G. Ballard más Dostoievski; o Philip K. Dick más Roberto Arlt. Esos binomios literarios tan particulares fueron los que ayer los miembros del jurado del Premio Biblioteca Breve 2010 que convoca Seix Barral ensamblaron para definir El oficinista, modesto título con el que el escritor argentino Guillermo Saccomanno bautizó la, al parecer, exultante novela con la que se embolsó los 30.000 euros del veterano galardón literario.
"Un oficinista gris dispuesto a soportar cualquier humillación para mantener su puesto de trabajo se enamora e intenta cambiar como persona en una ciudad indefinida pero asediada, con un asfixiante control policial y un ambiente cincelado en la CiFi."
De fraseología seca, El oficinista -que el autor quería bautizar como La perspectiva Nevski por esa soledad tan profundamente rusa ("existencias desesperadas en un mundo absurdo que buscan la destrucción del sujeto")- pinta como "una novela aterradora" (Rosa Montero), "desasosegante" (Elena Ramírez), "la historia de un extraviado por la vida" (José Manuel Caballero Bonald), "que reivindica también la necesidad del amor" (Pere Gimferrer) y que podría ser "uno de los títulos de 2010" (Ricardo Menéndez Salmón). Epítetos de colores para un mundo gris.