12.1.07

China, próxima Superpotencia, pero primero SEXO

Interesante Entrevista de Adrián Foncillas en el periódico.


Tras la puerta de una tienda de Pekín con escasas señales externas suele haber una docena de lóbregos metros cuadrados, un dependiente poco lustroso y réplicas de plástico de vaginas en cajas de tonos tirando a sepia. Adán y Eva es casi lo opuesto: amplio, ventilado y con cuatro dependientes con bata blanca y estudios universitarios en reproducción sexual. Pero el rótulo de la calle solo muestra el nombre de la tienda. "Es suficiente, todos entienden qué hay dentro", sostiene Wu Ling (Pekín, 1952), gerente del primer sex shop chino. Abrió con apoyo estatal en 1993, cuando China se aflojaba el corsé puritano.

--Las crónicas de la época hablan de un acontecimiento memorable.
--Un importante periódico incluyó la apertura como uno de los 10 hechos más importantes de la década. Tuvimos problemas para que nos alquilaran el local, y solo la ignorancia sobre lo que era un sex shop nos evitó más problemas. En el registro no sabían dónde inscribirnos. Todavía funcionamos con una licencia de sanidad de alimentos. Nadie sabía qué camino tomaría el comunismo. Había muchas cosas planificadas, como el reparto de condones. Fuimos los primeros en venderlos.

--¿Preferían pagar que tenerlos gratis?
--Eran muy malos, de una sola clase. No era un problema de seguridad: eran tan gruesos que no se rompían nunca. Nosotros vendíamos ya entonces condones extranjeros.

--¿El negocio funcionó desde el principio?
--Los primeros días solo venían periodistas extranjeros a informar. Se iban sin haber podido hablar con clientes, que nos miraban desde la puerta. El tercer día entró uno. Seña-ló unos preservativos sin atreverse a llamarlos por su nombre y se fue sin esperar el cambio. Hubo fiesta: fue nuestra primera venta.

--¿Cómo se le ocurrió abrir?
--El anterior gerente leyó una revista sobre planificación sexual y pensó que una tienda también podía ayudar a la estabilidad social.

--¿Cuánto influyó la política del hijo único en el apoyo del Gobierno?
--Fue importante, claro. Lo que más vendemos son condones. No sé cuántos embarazos habremos evitado. También ayudamos a tener niños sanos, a curar enfermedades contagiosas... Pero sobre todo quisimos acabar con la ignorancia. En la década de los 40, Estados Unidos ya tenía sex shops y cultura del sexo.

--¿Tan grande era la ignorancia?
--Sí. Un recién casado nos preguntó cómo se hacía el amor. Le tuvimos que explicar lo más evidente. Otros venían porque no lograban embarazar a su pareja: creían que bastaba con casarse y cogerse las manos. Ya no oímos preguntas tan estúpidas. Ahora hasta los campesinos se informan en internet. Los clientes vienen a consultarnos problemas como la eyaculación precoz de forma confidencial. En un hospital deberían dar su nombre y dirección.

--El sexo fue durante el comunismo solo un camino para procrear. ¿Se vuelve a ver como fuente de placer?
--Sí, la mentalidad es otra. El sexo es un tema común, fluye sin barreras morales. La gente viene a nuestra tienda como lo haría a la frutería. La virginidad era antes fundamental y ahora la gran mayoría defiende el sexo antes del matrimonio. En algunos casos somos más abiertos que los occidentales, quizá demasiado. Para mi generación, el sexo era parte del amor. Los jóvenes deberían ser más prudentes. Sobre todo las mujeres, que son más débiles.

--Pues en la calle no se besan.
--Cada vez más. En China siempre hemos hecho esas cosas tras cerrar la puerta de casa. Somos un país antiguo con cultura feudal, pero los jóvenes prefieren la occidental. A nuestra tienda viene gente de todas las edades. Un hombre de 80 años que acababa de enviudar se llevó la semana pasada una muñeca hinchable. Las mujeres son tan activas como los hombres y estos cada vez saben más como satisfacerlas. La revolución sexual ya ha terminado.

--Li Yinhe, la sexóloga de cabecera china, ha recomendado el intercambio de parejas y legalizar el matrimonio gay. ¿Tan rápido van?
--Para lo segundo ya estamos preparados. Lo primero es inviable, atenta contra el matrimonio.

--¿Qué es lo que más venden?
--Siempre hemos vendido muchos condones y pastillas de medicina tradicional para alargar el pene. Funcionan, lo prometo. Es un tratamiento caro y a largo plazo, pero los que lo empiezan no lo abandonan.

--¿Venden mucho material chino?
--Ahora sí; al principio eran casi todos importados. Los productos chinos son muy buenos, la diferencia es inapreciable. Algunos se hacen conjuntamente: el diseño y el material son de Estados Unidos, y la caja de pilas es china.

--Oiga, estas bolas de placer se llaman bolas chinas en mi país.
--¿Sí? No tenía ni idea ni sé por qué. Pero se venden mucho.

No hay comentarios: